Jengibre

El jengibre que conocemos, y que podemos encontrar en cualquier establecimiento especializado, es la raíz de la planta Zingiber officinale. Lo podemos adquirir en diferentes formatos (“entero”, en polvo, en forma de pastillas o cápsulas, en infusión…) y puede ser empleado en diferentes recetas culinarias.

El 50% de este superalimento está formado por hidratos de carbono, y también posee una cantidad notable de aminoácidos, entre los que destacan la glutamina, triptófano, lisina, leucina, isoleucina o la treonina.

Contiene aceites vegetales como el ácido oleico y linoleico, y vitaminas B3 y C, las cuales ayudan a reforzar el sistema inmunológico.

Su contenido en minerales es también destacable, ya que en él encontramos calcio, boro, cobalto, manganeso, zinc y fósforo.

En cuanto a propiedades, destacar que es un muy buen antiinflamatorio, ayuda a realizar el proceso digestivo, ofrece propiedades antioxidantes, y resulta de gran utilidad para aliviar los síntomas de los resfriados al ser un antitusivo.

¿Algo negativo del jengibre? Para muchas personas puede no resultar nada agradable su sabor y, especialmente, el picor que produce en la boca.